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La industria de datos deportivos no siempre estuvo controlada por un puñado de actores poderosos. En sus inicios, la recopilación de datos era un proceso descentralizado, a menudo gestionado por ligas, equipos o incluso ojeadores individuales. La información se recopilaba manualmente y se compartía con medios de comunicación u otras partes interesadas. Sin embargo, a medida que el valor de los datos deportivos se hizo cada vez más evidente, la industria comenzó a cambiar.
El auge de las apuestas deportivas y la creciente demanda de datos en tiempo real transformaron el panorama. Las empresas se dieron cuenta de que controlar el acceso a los datos podía ser increíblemente lucrativo y comenzaron a cerrar acuerdos exclusivos con ligas y organizaciones. Estos acuerdos les otorgaron el derecho exclusivo de recopilar y distribuir datos, excluyendo efectivamente a la competencia. Con el tiempo, esto condujo a la consolidación del poder en manos de unos pocos proveedores importantes.
Uno de los factores clave de esta consolidación fue la disposición de los proveedores de datos a pagar grandes sumas de dinero por derechos exclusivos. Las ligas, a menudo en busca de formas de maximizar los ingresos, estaban ansiosas por firmar estos acuerdos. Sin embargo, esta ganancia a corto plazo tuvo un coste a largo plazo. Al ceder el control de sus datos, las ligas renunciaron efectivamente a su capacidad para gestionar cómo se utilizaba y monetizaba su información.
Otro factor fue la falta de protección legal para los datos deportivos. A diferencia de la propiedad intelectual, como la música o las películas, los hechos, los números y las cifras no están protegidos por la ley de derechos de autor. Esto significa que, una vez que se marca un gol o se juega un partido, los datos que rodean a ese evento se consideran de dominio público. Sin embargo, los acuerdos exclusivos firmados por las ligas y los proveedores de datos han creado un monopolio de facto, ya que los competidores tienen prohibido legalmente recopilar los mismos datos de forma independiente.
El resultado es una industria que está fuertemente sesgada a favor de unos pocos actores dominantes. Estos proveedores tienen pocos incentivos para innovar o mejorar sus servicios, ya que no se enfrentan a una competencia real. Mientras tanto, las ligas, las empresas de medios de comunicación y las plataformas de apuestas se quedan con opciones limitadas y costes crecientes.
En la siguiente parte de esta serie, examinaremos las implicaciones más amplias de este sistema monopolístico, incluido su impacto en la innovación, la competencia y el futuro de los datos deportivos.
Lea la parte 3: FALTA DE INNOVACIÓN, EXPERIENCIA DEL FAN OBSTACULIZADA: LAS IMPLICACIONES MÁS AMPLIAS DE LOS MONOPOLIOS DE DATOS DEPORTIVOS
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